viernes, 20 de abril de 2007

A medida que crecemos son muchas las personas que nos influyen, personas que entran en nuestra vida, que nos ayudan a conocernos mejor y que nos aportan su pequeña filosofía de vida. Oyes, ves, te cuentan de aquí y de allá; y vas haciéndote una idea de lo que hay fuera de tu mundo.

Un amigo mide la felicidad por la cantidad y calidad de momentos vividos. Yo comparto esa filosofía, la felicidad es un cúmulo de experiencias especiales o importantes. Con él, he vivido muchas y sin su presencia en mi camino, nada habría sido lo mismo; mi vida habría sido otra, pero nunca la que es ahora.
Y eso, es curioso, sé como es mi vida teniendo en cuenta dónde nací, cómo es mi familia y amigos. Pero si hubiera nacido en otro sitio, o en otra familia y me relacionara con gente diferente a mis amigos actuales, no sé quién habría sido Neil.
Me cuesta expresar lo que ha supuesto para mí mi amigo, y no sé cuantificar cuántas horas, historias, risas, llantos, enfados y reconciliaciones hemos vivido juntos.
Cuando las relaciones con algún amigo/a comienzan en la adolescencia se viven todo tipo de sensaciones. Llegué a odiarlo, a ignorarlo, pero también llegué a quererlo. Alguna vez pasó que el querer se confundía con amor y buenos follones preparamos con tantas dudas.

Ahora que somos más mayores y supuestamente “más cuerdos” somos buenos amigos, que digo buenos, somos los mejores amigos del mundo. Y aunque parezca arriesgado decirlo sé, sin temor a equivocarme, que nunca estará lejos, que nunca dejaremos de sentir tanto cariño el uno por el otro y que nunca nunca dejaremos de ser amigos. Da igual si nos vemos poco o casi nada, da igual que viva a cientos de kilómetros; para mí siempre está cerca. De todo lo pasado queda el buen recuerdo, un puñado de cartas, unas cuantas canciones, fotos y algunos lugares y bebidas especiales.
Cuando hablamos, nos pasamos horas y horas e incluso nos sorprende vernos tan mayores y diferentes. Nos reímos del pasado y, es ahora, cuando comprendemos algunas de las conductas del otro, algún enfado, algún silencio; hemos tomado caminos distintos, en lugares distintos y con personas distintas pero una vez, hace mucho tiempo, compartimos espacio, tiempo y momentos, muchos momentos.


No puedo ponerle título, se me hace imposible pero es mi pequeño agradecimiento a ese amante de los F-18


2 Dí lo que quieras:

Anónimo dijo...

Si cuando digo que eres afortunada :)
Y lo mismo para el de los aviones mayores de edad ^^

No me extraña que no le encuentres título. A las cosas maravillosas de la vida es difícil ponerles palabras.

Imogen dijo...

Ay que bonito, juer...

La verdad es que cuesta mucho encontrarse con gente que valga la pena visto como están las cosas, en un mundo donde todos van a su puta bola y no miran más allá de su ombligo y por eso, cuando se encuentra alguien así, se valora mucho más y se intenta conservar.
Afortunada tú..;)