El carnaval acabó en la capital, Carlinhos Brown lo despidió a su manera, es decir, nos hizo bailar, saltar, mover brazos para un lado, para el otro…ponernos el pulgar en la frente y dar vueltas...Vamos, que si lo llego a saber, me llevo mi ropa de aeróbic y lo hago todo con más ímpetu. Los tacones me estaban matando y todos sudábamos como pollos.
Es una pena que ya no haya más chiringuitos carnavaleros en Las Palmas, aunque aún nos quedan los carnavales del sur de la isla y los de Telde.
Este año nos vestimos todos de sevillanas, incluido el marinerito y mis amigos, simpatiquísimos todos con sus abanicos, castañuelas y clavel en la cabeza.
Durante toda la noche, las visitas a los baños químicos son frecuentes, en una de esas, estando en la cola, nos dimos cuenta que el chico que estaba dentro tardaba demasiado, no le quisimos tocar pero es que yo no aguantaba más. De repente la puerta se empieza a mover, como si desde dentro le dieran golpes. Enseguida mis amigos y el marinerito comenzaron la operación rescate.
- ¡Dale vuelta al fechillo!
- Tranquilo tío que si no puedes forzamos la puerta
- ¡Tira tú para afuera!
La imagen de esos 3 vestidos de sevillanas intentando abrir la puerta del baño, no tenía precio.
Como el chaval seguía dando golpes y la puerta no se abría, pasaron al plan B: forzar la puerta como fuera y sacarlo de allí.
Así que los 3 agarrándose la peluca (con el clavel) con una mano y tirando con la otra, consiguieron abrirla. Yo al lado de ellos, observé estupefacta la imagen del interior: un romano se tiraba a una enfermera en el baño. Ella apoyada en el inodoro químico (puajjjj) y él dale que te pego por detrás. Las 3 sevillanas alocadas cerraron la puerta, se dieron la vuelta y sin mear, nos largamos todos de nuevo al mogollón.
Es una pena que ya no haya más chiringuitos carnavaleros en Las Palmas, aunque aún nos quedan los carnavales del sur de la isla y los de Telde.
Este año nos vestimos todos de sevillanas, incluido el marinerito y mis amigos, simpatiquísimos todos con sus abanicos, castañuelas y clavel en la cabeza.
Durante toda la noche, las visitas a los baños químicos son frecuentes, en una de esas, estando en la cola, nos dimos cuenta que el chico que estaba dentro tardaba demasiado, no le quisimos tocar pero es que yo no aguantaba más. De repente la puerta se empieza a mover, como si desde dentro le dieran golpes. Enseguida mis amigos y el marinerito comenzaron la operación rescate.
- ¡Dale vuelta al fechillo!
- Tranquilo tío que si no puedes forzamos la puerta
- ¡Tira tú para afuera!
La imagen de esos 3 vestidos de sevillanas intentando abrir la puerta del baño, no tenía precio.
Como el chaval seguía dando golpes y la puerta no se abría, pasaron al plan B: forzar la puerta como fuera y sacarlo de allí.
Así que los 3 agarrándose la peluca (con el clavel) con una mano y tirando con la otra, consiguieron abrirla. Yo al lado de ellos, observé estupefacta la imagen del interior: un romano se tiraba a una enfermera en el baño. Ella apoyada en el inodoro químico (puajjjj) y él dale que te pego por detrás. Las 3 sevillanas alocadas cerraron la puerta, se dieron la vuelta y sin mear, nos largamos todos de nuevo al mogollón.