lunes, 29 de octubre de 2007

Yo siempre quise ser la segunda

Yo siempre quise ser la segunda, a mi no me gusta ser la jefa de nada, la presidenta de nada, ni la coordinadora de nada (yo soy mandona en mi casa, que para eso es mía), pero no se cómo ni porqué siempre me meto en berenjenales.

Hace unas semanas, el vecino nuevo, me pide las llaves del cuarto de telecomunicaciones porque va a instalarse el Satélite Digital en su casa. Yo, como buena presidenta, rauda y veloz, le doy las llaves y él se marcha tan contento.
A los dos días, la administradora de fincas, me manda un mail, muy enfadada porque dice que alguien, sin pedir permiso a la comunidad, ha puesto una antena en la azotea del edificio.
Uppppppppsssssssss.
La llamo y le cuento cómo fue todo, en mi defensa le digo que cuando yo quise poner ONO, pedí las llaves a la ex presidenta y santas pascuas.
Ella me dice que una cosa es conectar ONO y otra muy distinta poner una antena sin pedir permiso (no sé ni cuántos vecinos la llamaron quejándose). Como me tiene mucho aprecio porque yo no uso el móvil de la comunidad para otros menesteres que no sean los del querido edificio, se compadece de mi inexperiencia y me dice: bueno, a mí también me podría haber pasado.
Yo abatida, le digo al marinerito que la comunidad tiene a una mierda de presidenta.

Desde principio de curso soy la coordinadora del primer ciclo en mi colegio. Cogí la coordinación porque me da puntos en el expediente. Entre más puntos, más posibilidades de que mi destino definitivo esté por lo menos en la isla donde vivo. Pues, también soy una mierda de coordinadora, llevo el libro de actas atrasado, me olvido de decirles a mis compañeras de ciclo, todas las novedades que me comenta el equipo directivo, y para no cagarla más, pegó todos los comunicados en una libreta (que va a reventar) y no paro de apuntar cosas en la agenda. Cuando veo a Bea, la de Yo soy Bea (Tele 5), me veo a mí misma, aunque sin gafas ni aparatos. Pero la verdad es que no me sirve de mucho, porque al día, pierdo la agenda 10 veces; la voy dejando en cada sitio por el que paso.

También soy la coordinadora en mi colegio de la Red de Escuelas Promotoras de la Salud. Y eso es lo que más nerviosa me tiene, que si decora el rincón de salud, que si crea la comisión de centro, que si haz el proyecto de salud, que si vienen del Centro de Salud a dar una charla, que si tienes que llamar a no se quién, que si tienes una reunión mensual, que si todos los profesores cuando voy a decirles algo en lo que pueden trabajar salen corriendo como si yo tuviera la peste. Por más que digo al equipo directivo que necesito aunque sea 5 minutos en las reuniones para comentar lo que pretendo hacer este año, me miran como si fuera algo dificilísimo, y es que claro, en los colegios nunca hay tiempo para nada, es verdad.

Siempre me digo, Neil, no la vayas a cagar, no te puedes distraer en las reuniones, apunta todo, eres el canal de comunicación entre el jefe de estudios y los profesores, o entre la coordinadora de salud de la zona y el colegio. No me gusta que piensen de mí que no sirvo, que no lo hago bien, y lo que menos me gusta es darme cuenta que es verdad. Pero mira que me esfuerzo, y nada, debe ser que no soy práctica, no me organizo, o directamente (y es lo que yo pienso) no sirvo para estar en el frente. Yo sirvo para ser empleada, ayudante de coordinadora, secretaria de comunidad…pero si cuando era pequeña, mientras todos se peleaban por ser los primeros en la fila, yo mataba por ser la segunda.

domingo, 7 de octubre de 2007

Despedida de soltera y romería

Hace mucho que no escribo, desde que empecé a trabajar llego a mi casa casi a rastras y sin ganas de nada que no sea dormir.
Poco a poco me estoy acostumbrando al ritmo vertiginoso de 1º de primaria.
Como dije hace tiempo, una amiga mía se casa y le estábamos preparando la despedida de soltera, el tupper – sex no pudo ser por varios motivos, ohhhhhhhhhhhhh, pero la despedida la tuvo igual.
La cena se la hicimos en un barco, todas esperaban ansiosas que llegara el capitán y nos diera una vueltita, cuando apareció un super hombre que se hacía llamar capitán, empezaron los gritos de mis amigas, nerviositas por zarpar. Nos había dicho que el barco no mareaba pero aquello se movía demasiado y nadie me hizo caso cuando les dije que no se sentaran, que se movieran y bailaran sin parar. A la media hora, todas se servían las copas sin esperar al marinero de turno que las ponía, y una amiga mía le robaba los cigarros que aquel pobre hombre había escondido detrás de una botella de whisky.
En popa empezaban las primeras vomitonas y todas volvían a gritar al capitán pero, esta vez, para que dejara de darnos vueltas y atracara de una vez. 3 horitas duró la aventura, nos bajamos del barco dando tumbos y terminamos en una terraza hasta las tantas.

Tras la despedida, siguieron pasando los días horribles de trabajo hasta este fin de semana.
Una amiga mía que trabaja fuera de la isla ha venido de vacaciones, como nos vemos poco, estos días hemos estado quedando. Ayer iba con otros amigos a la romería de Vegueta y, el marinerito y yo, fuimos por estar con ella un rato.
Cuando llegamos al lugar donde nos habían dicho que estaban, nos encontramos con una imagen un tanto extraña: allí estaba mi amiga y sus extraños amigos con un coche abierto lleno de cerveza. Uno de ellos, con un yeso hasta la rodilla que no paraba de moverse de manera totalmente arítmica, otra chica totalmente desatada con los pantalones caídos hasta la mitad del culo, y saltando sin parar, un peruano que no paraba de gritar, y todos bailando como si la meta del baile fuera descoyuntarse.
El marinerito me mira y me dice:
- Pero con qué gente se junta G.?
- No sé, yo estoy tan consternada como tú.
A una de sus amigas, la más normal, ya la conocía de hacía tiempo. Empiezan las presentaciones y todos muy agradables.
En la romería estuvimos hasta la 1 a.m. más o menos.
El chico del yeso, se acuesta en la parte delantera del coche con la pierna por fuera, de repente llega una chica, se asoma a la ventana del coche y le enseña la placa de la policía nacional, y le comenta que los vecinos se han quejado de lo alta que tienen la música en el coche, y que por las horas que son, la tiene que quitar. Toda esta conversación con la pierna escayolada pegada a la oreja de la poli de incógnito. Él con los nervios o la sorpresa toca dos veces la pita y le dice: ¡vale! Ella lo mira con ganas de matarlo y él pide perdón.
Como ya no pueden bailar nos vamos a la zona del Ibex. En los coches siguen todos desatados, no sabemos si están de psiquiátrico, pero hacen tanta gracia que el marinerito y yo no podemos dejar de reír.
Ya en el aparcamiento, al lado del Ibex, seguimos bebiendo, el marinerito se enrala y ahora somos todos los que bailamos para descoyuntarnos. Las niñas están apoyadas en un coche y yo en frente de ellas hablando cuando de pronto, siento un empujón y termino tirada encima del capó del coche con los pies empapados. No entiendo nada pero tampoco me sorprendo, oigo risas, me incorporo y el peruano me pide disculpas por tirarme un cubo de agua helada en los pies. Me seco y le digo que no pasa nada, las niñas no paran de reírse, me sigue pidiendo disculpas y le repito que no pasa nada. Me cuenta que se tropezó y que llevaba el cubo con el hielo derretido en la mano.
Cuando se aleja, las niñas me dicen que al tropezarse encajó su cabeza en mi culo y que por eso me caí encima del capó. Me empiezo a reír sin parar mientras oigo que le pide disculpas a mi marinerito, no entiendo porqué le pide disculpas a él pero no digo nada y sigo escuchando la conversación. Ninguna perdemos detalle:
- Peruano: tío de verdad ha sido sin querer: me he tropezado, la empujé y encima la llene de agua.
- Marinerito: no pasa nada, además ella se está riendo, tú tranquilo
- Peruano: gracias tío, tú si que tienes suerte de tener una novia así
- Marinerito: ¿?¿?¿?¿?¿?¿
- Marinerito: ¿de dónde eres?
- Peruano: de Perú, me puedes llamar Machu pichu
- Marinerito: ?¿?¿?¿?¿?¿?¿?
- Marinerito: jaja vale vale
- Peruano: tío en serio que lo siento eh, no te vayas a mosquear por lo de tu novia. Ha sido una situación vergonzosa, ahí empujándola y dejándola mojada. Encima no entiendo porqué no deja de reirse.
- Marinerito: Venga Machu Pichu tranquilo, eso nos puede pasar a cualquiera.
- Todas: ¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿