Maruca es un vecina entrañable, es atenta, preocupada por los vecinos, por el edificio, siempre anda pendiente de todo lo que sucede y sin que se lo pidas, realiza todo el trabajo sucio del edificio.
Macura es la vecina que todos ansiamos tener alguna vez en nuestras vidas.
La conocí unos meses antes de irme a vivir a mi piso. Por aquel entonces, casi no tenía muebles, ni tele, ni cocina pero iba con mis amigas los viernes a beber unas copitas antes de salir de fiesta. Aquel viernes a las 00:30 de la madrugada tuve la suerte de conocer a Maruca. Me tocó al timbre y cuando abrí me encontré a una mujer demacrada a la que el peine había abandonado durante días.
- ¡Llevo 5 noches sin dormir!, ¡Ya no aguanto más! Como sigas rodando muebles y taconeando llamo a la policía.
- ¿Perdón? ¿Yo? ¿Rodando muebles? ¿Taconeando?
No quería escucharme, por más que le expliqué que no tenía muebles que rodar (y menos a esas horas) y que no era bailarina ni iba a clase de flamenco. Ella subió la escalera aún gritando y alguna vocecita en mi interior me dijo: ¡Bienvenida a la comunidad!
Mi segundo contacto con Maruca fue al mes de vivir en el piso, mi padre un viernes a las 20:00 me colocaba los toalleros en el baño y ella, desde la escalera no paraba de chillar: ¡Por favooooooooooooooooor, dejen el trabajo para mañanaaaaaa, hay gente que quiere dormiiiiiiiiiiir!
No sé si alguien se acuesta a las 20:00 pero lo que si supe en ese momento es que Maruca y yo seríamos muy buenas amigas.
En la Semana Santa del 2006 me mandó a la policía local. Aparecieron el Jueves Santo a la 1 de al mediodía, les dije que había colgado 4 cuadros de 11:30 a 12:00, ellos me dijeron que la persona que les llamó se quejaba de que durante la madrugada también taladrábamos y que el Jueves Santo era día festivo.
- Eso fue la Maruca, le dije al Marinerito
Todos los domingos, cuando a alguien se le ocurre poner un cuadro y hace ruido, Maruca se asoma a la escalera y empieza a gritar. A mí esos momentos de relación vecinal me encantan, de hecho, al primer martillazo, el marinerito y yo quitamos el volumen de la tele para escuchar a Maruca en pleno apogeo, en plena distensión de sus cuerdas vocales.
Pero Maruca nos hace muchos favores a los demás vecinos, ella protesta por todos en las reuniones de vecinos, ella nos cuenta en cada reunión quienes no cumplen con sus obligaciones: quién ensucia el garaje, quién deja la puerta del portal abierta, quién baja las bolsas de basura chorreando; y ella, cuando algún vecino es ruidoso, le llama la atención por nosotros y hasta le manda a la policía local. Por eso a Maruca, en el fondo hay que agradecerle su labor detectivesca, yo a mi querida vecina no la cambio por nada del mundo.
Además, me ha enseñado mucho todo este año, de manera gratuita y voluntaria, me dio un master intensivo de intolerancia vecinal, y ahora cada vez que alguien hace ruido un domingo pienso: ¡Maruuuuuucaaaaaaaa, dile algooooooooo!