domingo, 1 de febrero de 2009

Nadie

Ya me queda poco para los 30, los 29 han sido duros de roer, bueno los 28 también. Desde octubre mi vida ha dado un cambio poco sustancial para los demás y totalmente radical para mí.
Es extraño, nadie nos enseña a vivir, a sentir, a guiar los malos pensamientos.
Nadie nos enseña a relajarnos, a decir basta cuando no podemos más.
Nadie nos enseña a conocer nuestro cuerpo, a darnos cuenta de lo que nos pide a gritos.
Nadie me había dicho nunca que la barrera entre sentirse bien y sentirse mal era tan delgada y tan frágil.
Nadie me enseñó nunca a llorar cuando lo necesitaba ni a hablar para desahogarme y aunque pensé que yo lo hacía, como cualquier otra persona, no lo hacía lo suficiente.
Nadie me dijo nunca que aquí estamos todos de prestado, incluso yo; que al igual que los demás nos dejan, en cualquier momento lo puedo hacer yo también.

Al final ha sido la propia vida con sus idas y venidas la que me ha avisado de que detrás de las ganas, las sonrisas, el amor y las aspiraciones se escondía una niña con historias pasadas enquistadas, una niña viviendo como una adulta pero con la fragilidad de una niña.

Todo esto lo he aprendido en estos meses. Ha sido toda una liberación. Saber, aprender sobre mi y mi cuerpo me ha hecho ver las cosas de otra manera. Nunca me he sentido triste en estos últimos dos años, pero ahora soy más feliz que nunca. Es como si todo tomara un nuevo sentido, como si mi vida y la de los demás fueran más importantes que antes. Como si las pequeñas cosas ocuparan más espacio que las supuestas “grandes cosas”.

sábado, 22 de noviembre de 2008

GEOCACHING

Llevo mucho tiempo sin actualizar, necesitaba tiempo para mí y sólo para mí. Me he vuelto en estos meses más disciplinada, duermo las horas suficientes, organizo mejor el tiempo y vivo mi vida y el trabajo con más ilusión y tranquilidad.
No voy al gimnasio todo lo que debería, más bien, últimamente ni lo piso y me lo tengo que proponer en serio de nuevo.
Pero los fines de semana hago geocaching, una amiga me llama friki, y que le voy a hacer si me encanta, me entretiene y me hace caminar… y mucho.
Explico lo que es:
“Geocaching es la actividad de esconder y encontrar "tesoros" en cualquier lugar, con la ayuda de un
GPS.


La persona que encuentra el cache registra su nombre y fecha en un bloc de notas que queda depositado con el resto de objetos.

Los contenedores suelen ser estancos y de plástico para evitar la degradación.
Consiste, por parte de una persona, en esconder objetos en el campo o en la ciudad y posteriormente apuntar las
coordenadas geográficas de ese punto mediante un receptor GPS y hacerlas públicas (por lo general en sitios web especializados) para que otras personas puedan efectuar su búsqueda. En estos lugares donde se publican las coordenadas, la gente puede entrar a consultar tesoros escondidos cerca de su casa o por alguna zona donde vaya a hacer un viaje. La etiqueta marca que quien encuentra uno de estos tesoros, puede llevarse lo que tenga pero tiene que dejar otro objeto para el siguiente visitante.
Los regalos generalmente consisten en objetos de poco valor, metidos en bolsas impermeables o fiambreras, o un cuaderno donde apuntar tu nombre para que quede registrado. Cada uno de estos contenedores con todo su contenido es a lo que se denomina "cache" o "geocache" en la jerga técnica, cuya interpretación al castellano puede ser "tesoro", o "geoescondite"
También es posible crear geocaches encadenados, donde el objeto anunciado contiene una nota con las coordenadas del regalo o de otras notas con otras coordenadas”.

Pues en esto estamos metidos el marinerito y yo últimamente, ya tenemos colección de objetos y nos compraremos otros GPS mejor que el que tenemos, que además lo usa para el trabajo y está siempre desquiciado pensando que escalando alguna montaña se me puede romper.
Es realmente divertido, si te gusta caminar y buscar tesoros en plena naturaleza ya sabes…

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Vuelta al trabajo

Hoy ha sido mi primer día de trabajo después de la semana y pico que me tuve que coger de baja. Pedí el alta voluntaria el martes por la tarde porque ya me encontraba bien y me aburría de no hacer nada productivo.
El día ha sido matador porque entre el cole y el trabajo que tengo por la tarde los miércoles, he llegado a casa a las 8 de la tarde arrastrándome. Pero ha merecido la pena: esta mañana me esperaban en la fila del patio 24 sonrisas y muchos abrazos, y eso, para mí, no tiene precio.

martes, 16 de septiembre de 2008

LLegó septiembre lleno de sinsabores

Llegó septiembre y con él una lista de sinsabores que ni siquiera sé muy bien cómo interpretar.

El final del curso fue un poco angustioso, una semana antes de acabar junio, mi abuelo se puso enfermo y lo ingresaron en el hospital con pronóstico grave. Por suerte los niños ya tenían vacaciones y mi trabajo en el colegio consistía sólo en terminar de rellenar informes y actas.
Cuando acabó el trabajo y todos estaban de vacaciones, en mi familia nos turnábamos para estar con mi abuelo en el hospital, me tocaba un día cada tres y eso estaba bien pero los días de no hospital, en vez de salir y divertirme, los pasaba prácticamente en mi casa sin hacer gran cosa; todos mis amigos estaban trabajando y el marinerito también.
Pude irme 8 días a Ámsterdam porque mi abuelo mejoró aunque me sentía culpable por no estar con él y andaba todo el día llamando a mi madre o a mi hermano para preguntar por la evolución.
El resto del verano siguió con la misma dinámica hasta que a finales de agosto se puso peor y estaba con él todos los días y mi madre y mi tía se turnaban para quedarse por la noche.
Finalmente murió y la última semana de agosto nos fuimos toda la familia al sur de la isla a un apartamento a descansar. Yo me sentía vacía, triste, angustiada porque en breves días empezaba de nuevo a trabajar y no había disfrutado nada del verano.
Y así empezó septiembre, sin ganas, sin ilusión. Al cuarto día de trabajo noté un ligero mareo y recordé que el año anterior los había sufrido de noviembre a mayo, empecé a ponerme nerviosa, además se me habían inflamado y deshinchado dos ganglios.
¡Estoy enferma! ¡Tengo algo malo!
Cada día me ponía más nerviosa y me obsesionaba con el tema, hasta que mi cerebro dijo: ¡hasta aquí! Y el fin de semana me dio una crisis de ansiedad.
Nunca me había nado ninguna, es una de las cosas mas desagradables que he vivido, sobre todo porque escapa del control de quién la sufre.
He tenido que ir al médico y sé que tengo que cambiar hábitos y rutinas, y tomarme mi trabajo con más tranquilidad y no reprimirme de llorar si me acuerdo de mi abuelo.
El cuerpo me ha dado un aviso de los fuertes y prometo hacerle caso.

martes, 17 de junio de 2008

Moda adolescente

Es curioso lo que nos va pasando a medida que adquirimos cierta edad. Yo empecé a darme cuenta de que cumplía años cuando mi hermano (8 años menor) me hablaba de grupos súper mega conocidos que yo no había oído en mi vida. Cuando vi las canciones de su Mp4 sólo me sonaban dos o tres y me di cuenta que mi capacidad retentiva en cuanto a grupos nuevos era nula y que al final escuchaba las emisoras de siempre con la música de siempre o mis CD que ya son productos de tiendas de antigüedades.
El fin de semana he vuelto a sorprenderme y he vuelto a caer en la cuenta de que me estoy haciendo una carca sin remedio.
Fui con el Marinerito al CC 7 Palmas, como dentro no se fuma y teníamos tiempo de sobra hasta que empezara la mierda de película que vimos (El Incidente), pues salimos a las terrazas a fumar. La puerta del CC estaba llena de adolescentes chicos y chicas con el móvil, discutiendo, coqueteando, luciendo palmito, morreándose a diestro y siniestro y confesándose secretos.
La vestimenta de las chicas no me sorprendió en absoluto, reconocí prendas de Zara, Stradivarius, Bershka…. Pero los chicos… ay madre mía los chicos…
Que llevaran todos crestas de 10 centímetros de flequillo con 20 kilos de gomina, converse o tenis sin cordones no me sorprendió en exceso, aunque el marinerito no podía entender que las nuevas juventudes lleven esas zapatillillas sin cordones.


Pero lo que me pareció increíble es que todos, absolutamente todos, llevaran los pantalones remangados, algunos por dentro por encima de los tobillos y otros por fuera, para que no se les bajara, se los ataban con elásticos o muñequeras; si, si, muñequeras.
¿Alguien sabe algo de ésto? ¿Por qué los chicos de esa zona visten como si fueran todas las noches a coger mejillones? ¿No sería más fácil ponerse directamente unos piratas? Y si quieren llevar los pantalones así de justos y así de cortos, ¿por qué no se los cortan directamente o que se los suba una costurera?
¿Será una nueva tendencia de moda como los EMOS en Méjico o una variación de la moda Tecktonik francesa?
El marinerito se reía mucho pero a saber qué se llevará cuando nuestros futuros hijos sean adolescentes, tendremos que tragar como tragan los padres y madres de éstos.

viernes, 30 de mayo de 2008

Los zapatos

Hoy como es el día de Canarias, nos hemos reunido unas amigas y amigos para ver los puestos de artesanía, las exhibiciones de baile tradicional, los deportes canarios y para comer la comida típica, bueno más bien, uno de los productos estrella: el chorizo de Teror, con aspecto a sobrasada pero más delicioso. La única pega es que estás un día entero repitiéndolo y tufando al pobre que tengas al lado.
Después de ver los puestos nos sentamos en el césped a comer el bocadillo de queso y chorizo y entre tantos temas posibles, salió el de los zapatos.
Por lo visto no soy la única a la que la mayoría de zapatos hacen daño, allí estaban mis amigas cada una con sus pequeñas heridas de guerra. Yo pensaba que era delicada y que era de las pocas que necesitaba gastarse un pastón en buenos zapatos, aunque he de reconocer que a veces lo caro tampoco me soluciona el problema. Todas teníamos zapatos vetados en casa, de esos preciosos que sólo te pones una vez, todas echamos mano de las tiritas a diestro y siniestro, gastamos cremas hidratantes sólo para los zapatos.
¿Por qué tenemos que aguantar esta tortura china? Es más, creo que no sólo nos estamos deformando los pies (yo de tanto zapato de punta, tengo un incipiente juanete en uno de los pies) sino que la espalda también debe estar sufriendo lo suyo. No sé quién nos metió en la cabeza que teníamos que llevar tacones, zapatos de tiras que estrujan el empeine o zapatos que me calientan tanto los pies que podría asar pollos…
Recuerdo que mi ex me reprochaba siempre mi dolor de pies. ¿Para qué te pones esos tacones si luego a las dos horas no paras de quejarte? Joder, no podía hacer otra cosa, él mide 1.90 y yo solo 1.62. Creo que fue durante esa relación cuando se me empezaron a deformar los pies y otras muchas cosas a causa de ese hombre.

martes, 6 de mayo de 2008

Cuando las cosas no son como planeamos

El puente me iba a saber a gloria, eso me llevaba repitiendo yo hace más de dos semanas. 4 días para tomar el sol, tirarme a la bartola, salir, emborracharme, comer todo y más y bailotear al ritmo de lo que me echen…
Pues sí, esas eran las expectativas.
El jueves piscina y cenita, paseito y…me quedé dormida según llegué al apartamento.
El viernes piscina y qué cansada me siento, más piscina y ay que sueño, no sé qué me pasa, pues hala a dormir siesta bajo el sol de 2 horas, qué más da; a ver si me recupero para disfrutar la noche. Hemos quedado con amigos para cenar en un mexicano pero está cerrado, caminata en círculos sin saber a dónde ir. Al final terminamos en un griego, por cierto, el mejor griego al que he ido. Las botellas de vino volaban y estuvimos cenando más de 2 horas. Antes de irnos voy al baño y me da un dolor sospechoso al acabar de orinar. Mi cerebro se pone en alerta: cistitis, pero yo me hago la sueca y decido seguir la noche como si no hubiera sentido nada.
Nos vamos a un pub de moda, cuando entramos me doy cuenta de que: o soy muy vieja, o ahora se ponen de moda auténticas horteradas. Me acuerdo de que mi hermano sale a dicho pub y asumo que me estoy haciendo una carca a la que todo le molesta.
Nos sacan los ojos con las copas y a mi me empieza a arder todo. Ya no voy a poder hacer oídos sordos a mi enfermedad y empiezo a barajar todas las opciones que tengo: 1. Voy a la farmacia y ruego que me den antibiótico aunque ya no se permita
2. Voy a los centros de urgencia de mi seguro que me quedan a más de media hora en coche (como es posible, que en el sur de la isla no tenga ningún lugar donde me puedan atender)
3. Voy a la Seguridad Social como si tal cosa, obviando el pequeño detalle de que cuento con otro seguro (eso se puede hacer, no lo sé).

Al final lo más práctico es ir a la Seguridad Social. Dejamos a nuestros amigos en su apartamento y el marinerito y yo nos vamos al Centro de Salud.
En la sala de espera todos los enfermos con su chándal, pantalones de andar por casa y aparezco yo con mi pantalón de pitillo, mis taconazos y mi top super caro, el pelo planchado y super mega maquillada. Por mi cara esplendorosa nadie pensaría que estaba enferma (desde que uso serum, parezco otra).
El médico me decía: ¿seguro que tienes cistitis?
- Si, si, soy una experta en cistitis, me honra con su visita todos los años.
Sin quitarme la vista del top, me dio el vasito con el tubito y me mandó a un baño que yo no sabía situar y a darle la muestra a una enfermera que yo no había visto por ningún sitio.
Yo venga a dar vueltas por todo el Centro de Salud con mi tubito de pipi en la mano y mis taconazos en los pies.
- Pues sí tienes cistitis y estás bastante jodida.
(No le había dicho yo que era una experta)
A partir de ese momento, el puente se convirtió en un infierno, noche sin dormir, dolor de riñones, sin apetito, SIN GANAS DE FUMAR, se acabó el sol y se acabaron todas esas fantásticas expectativas.