El puente me iba a saber a gloria, eso me llevaba repitiendo yo hace más de dos semanas. 4 días para tomar el sol, tirarme a la bartola, salir, emborracharme, comer todo y más y bailotear al ritmo de lo que me echen…
Pues sí, esas eran las expectativas.
El jueves piscina y cenita, paseito y…me quedé dormida según llegué al apartamento.
El viernes piscina y qué cansada me siento, más piscina y ay que sueño, no sé qué me pasa, pues hala a dormir siesta bajo el sol de 2 horas, qué más da; a ver si me recupero para disfrutar la noche. Hemos quedado con amigos para cenar en un mexicano pero está cerrado, caminata en círculos sin saber a dónde ir. Al final terminamos en un griego, por cierto, el mejor griego al que he ido. Las botellas de vino volaban y estuvimos cenando más de 2 horas. Antes de irnos voy al baño y me da un dolor sospechoso al acabar de orinar. Mi cerebro se pone en alerta: cistitis, pero yo me hago la sueca y decido seguir la noche como si no hubiera sentido nada.
Nos vamos a un pub de moda, cuando entramos me doy cuenta de que: o soy muy vieja, o ahora se ponen de moda auténticas horteradas. Me acuerdo de que mi hermano sale a dicho pub y asumo que me estoy haciendo una carca a la que todo le molesta.
Nos sacan los ojos con las copas y a mi me empieza a arder todo. Ya no voy a poder hacer oídos sordos a mi enfermedad y empiezo a barajar todas las opciones que tengo: 1. Voy a la farmacia y ruego que me den antibiótico aunque ya no se permita
2. Voy a los centros de urgencia de mi seguro que me quedan a más de media hora en coche (como es posible, que en el sur de la isla no tenga ningún lugar donde me puedan atender)
3. Voy a la Seguridad Social como si tal cosa, obviando el pequeño detalle de que cuento con otro seguro (eso se puede hacer, no lo sé).
Al final lo más práctico es ir a la Seguridad Social. Dejamos a nuestros amigos en su apartamento y el marinerito y yo nos vamos al Centro de Salud.
En la sala de espera todos los enfermos con su chándal, pantalones de andar por casa y aparezco yo con mi pantalón de pitillo, mis taconazos y mi top super caro, el pelo planchado y super mega maquillada. Por mi cara esplendorosa nadie pensaría que estaba enferma (desde que uso serum, parezco otra).
El médico me decía: ¿seguro que tienes cistitis?
- Si, si, soy una experta en cistitis, me honra con su visita todos los años.
Sin quitarme la vista del top, me dio el vasito con el tubito y me mandó a un baño que yo no sabía situar y a darle la muestra a una enfermera que yo no había visto por ningún sitio.
Yo venga a dar vueltas por todo el Centro de Salud con mi tubito de pipi en la mano y mis taconazos en los pies.
- Pues sí tienes cistitis y estás bastante jodida.
(No le había dicho yo que era una experta)
A partir de ese momento, el puente se convirtió en un infierno, noche sin dormir, dolor de riñones, sin apetito, SIN GANAS DE FUMAR, se acabó el sol y se acabaron todas esas fantásticas expectativas.